Casi diría que un país se define por su desarrollo científico. “Hubo épocas en las que el modelo de país pasaba por otro lado, por lo financiero, por ejemplo. Hoy la ciencia y la técnica deciden en qué modelo de país jugamos”, dice, apelando a términos futbolísticos, el presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Roberto Carlos Salvarezza. Está convencido de que hoy “un chico argentino de cualquier situación social puede ser un investigador porque el Estado le financia toda la educación: la primaria, la secundaria, la universitaria y toda la carrera de investigador, además tiene becas para doctorarse”.
Salvarezza vino a Tucumán para participar ayer por la mañana del acto inaugural de la primera planta nacional de biotecnología con Buenas Prácticas de Fabricación (BPF), en la sede de la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (Proimi), en avenida Belgrano y pasaje Caseros. La apertura fue realizada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por videoconferencia. Estuvieron el gobernador José Alperovich y el vicegobernador Juan Mansur.
Nacido en Lanús, Buenos Aires, y residente en La Plata, Salvarezza es doctor en Bioquímica de la UBA e investigador superior del Conicet, donde ingresó hace más de 35 años. Sus trabajos le valieron un Konex de Platino (2003) y el premio Bernardo Houssay (2007). Además fue director del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (Inifta) y de los laboratorios de Nanoscopías y Fisicoquímica de Superficies.
Tras una década de crecimiento del sistema científico argentino, la mirada del Conicet está puesta hoy en la federalización: “estamos trabajando codo a codo con las universidades locales, en lugares donde el Conicet tenía poca presencia. Así hemos creado centros de investigación y transferencia en Formosa, Santiago del Estero (hacia donde hemos repatriado muchos científicos), Jujuy y Catamarca. En Tucumán, en cambio, la incidencia en ciencia y tecnología es muy fuerte, solamente Conicet tiene 300 investigadores y 400 becarios, más 100 técnicos. Tiene 11 institutos de investigación de los cuales ocho son con la Universidad”, subraya.
Hoy el gran desafío para Conicet “es reforzar la transferencia de los institutos hacia las empresas y el Estado”, dice. “Por eso les pedimos a las universidades de las provincias que nos digan cuáles son los temas que necesitan investigar. A partir de allí armamos proyectos conjuntos con la provincia y la universidad local para resolver problemáticas regionales”, sostiene.
A juicio de Salvarezza Argentina es un país “fuerte” en la investigación de las ciencias biológicas, en física y química. “Tenemos tres premios Nobel en la Argentina. La apuesta es que podamos usar toda esta ciencia básica, todo este conocimiento que tenemos, en las necesidades de las empresas y del Estado, por eso les pedimos a las Pymes que se acerquen a este reactor de conocimiento para orientarlo en las necesidades”.
No obstante, en Argentina hay transferencia directa de conocimiento desde los institutos hacia las empresas. Según Salvarezza el año pasado Conicet intervino en el mejoramiento de la tecnología de las empresas privadas y el Estado en un 45% más que en 2013. “Por ejemplo, una fábrica de cerámica que pidió mejorar la calidad del horno”. El tercer objetivo es que más chicos se interesen por las ciencias duras y para ello se han lanzado varios programas. “Todo esto se enmarca dentro de un modelo que nos permite pasar de una economía de capital a una economía de conocimiento”, resume.